Editorial de Mi Bolivia
El 10 de marzo fue detectado el primer caso positivo de COVID-19 en
Bolivia, desde esa fecha hasta ahora se han reportado 22.476 pacientes
confirmados y 715 muertos. Los casos siguen en aumento, en un principio
sumaban de uno en uno, luego de diez en
diez, ahora de cien en cien y están próximos a ser reportes de mil en mil. El
estado actual del país es crítico y poco esperanzador para lo que viene en los
siguientes días, con gobernantes que aún no terminan de reaccionar ante la
pandemia. Las medidas implementadas por el Gobierno fueron tardías y poco efectivas, esperaron a que el virus
llegue para recién hacer un plan, cuándo tuvieron meses para hacerlo.
Era de conocimiento mundial que el coronavirus se estaba
expandiendo y que tarde o temprano llegaría al continente americano. Bolivia
tuvo ventaja con respecto a otros países dónde la llegada del virus se produjo
rápidamente. En ese tiempo se pudo haber equipado a los hospitales, dado
mejores condiciones al personal de salud y haber preparado un plan para afrontar
la pandemia, pero el Gobierno estaba más enfocado en delinear la campaña de
Jeanine Añez para las elecciones presidenciales. Sin un plan de contingencia y
con los gobernantes con el pensamiento en otras cosas, el virus se asomaba al
país.
Desde finales de febrero comenzaron a reportarse casos
sospechosos de coronavirus, pero ni eso hizo reaccionar al Gobierno. Cuando se
confirmaron los primeros casos positivos en Bolivia, recién se estaba planeando
la estrategia para hacer frente al coronavirus. Primero, las autoridades
bolivianas tomaron la medida de suspender actividades educativas, luego
suspendieron los vuelos desde y hacia Europa, posteriormente declararon la situación
de emergencia nacional y finalmente el 21 de marzo se decretó la cuarentena
nacional. Si bien estas disposiciones
fueron de gran ayuda para contener en cierta medida la propagación del virus,
pero pudieron haber sido más efectivas si se tomaban desde antes de los primeros casos confirmados.
Ya con el coronavirus en Bolivia, el Gobierno debió ocuparse
por equipar y mejorar los centros de salud, pero solo se escuchaba el discurso
cansino de echar la culpa al anterior mandatario por la falta de condiciones en
el sector salud. Es cierto que en la gestión de Evo Morales se hizo muy poco
por la salud, pero no era tiempo de lamentos, sino de trabajar para tratar de
subsanar esas deficiencias. Tampoco tuvo el acierto de trabajar de manera
coordinada con todas las gobernaciones y alcaldías, solo lo hizo con las que
tenía más afinidad. Esto derivó en pugnas de intereses, las que aún persisten,
como en el caso del Servicio Departamental de Salud de La Paz.
Para el colmo, Aníbal Cruz presentó su renuncia al cargo de ministro
de salud en plena pandemia. Esta determinación inesperada, llevó a la sorpresiva
posesión de un desconocido Marcelo Navajas, quien no respondió de la manera que
se esperaba. Coincidentemente con el cambio de ministro, los casos comenzaron a
multiplicarse mucho más. Beni llegó al colapso, con una débil respuesta de las
autoridades. Y en medio de ese caos, surgió un fuerte caso de corrupción, la
compra de respiradores con sobreprecio.
El Gobierno se aplazó en estos tres meses de la pandemia en
Bolivia. Aún no ha habido respuestas efectivas al problema de salud, no existen
medidas para reactivar la economía, recién se está trabajando en la
reglamentación de la educación virtual y no existe un plan certero para lo que
viene. A Añez solo le queda concluir su mandato de la manera más decorosa posible
y cumplir con la función que tiene como gobierno transitorio, que es llamar a
elecciones para tener gobernantes legítimamente elegidos.
Einar, está por demás la conjunción "pero" en función adversativa porque tu oración es condicional:
ResponderEliminarSi bien estas disposiciones fueron de gran ayuda para contener en cierta medida la propagación del virus, pudieron haber sido más efectivas si se tomaban desde antes de los primeros casos confirmados.
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