Por: Einar Roca Roledo
Han pasado cinco años desde la muerte del bebé Alexander y
aún no se hace justicia. Varios inocentes fueron implicados por este caso y los
verdaderos culpables aún están en libertad. Para nosotros parece ser un caso
más de corrupción dentro del sistema judicial boliviano, pero no vemos que existen
personas inocentes que son afectadas y tuvieron que pagar injustamente por un
sistema corrompido.
Conocí a tres de los acusados en este caso, que tuvieron que rehacer sus vidas, pero aún les queda secuelas de
esa terrible experiencia. En el caso del doctor Jhiery F., pasó un duro momento
luego de ser enviado a la cárcel, incluso estuvo al borde del suicidio, pero
encontró consuelo en la palabra de Dios. Otra de las implicadas, la doctora
Sandra M., tuvo que concluir su especialidad en Pediatría en otro hospital,
pero quedó marcada por el suceso. El entonces médico interno, Dario R.,
actualmente está haciendo su especialidad, aunque tuvo que irse a otros países
para que su entorno olvidara lo ocurrido.
Detrás de estos hechos sin resolver, existen personas que
cambiaron sus vidas y les quedaron vivencias que jamás olvidarán. En este caso,
uno de los implicados tuvo la suerte de que la verdad saliera a la luz, pero no
siempre ocurre esto. Los jueces y fiscales deberían pensar en la consecuencia
de sus actos antes de sacar veredictos que afecten a otras personas. Por otra
parte, el Estado debe garantizar que las personas más idóneas lleguen a estos cargos
jerárquicos y procesar a los que son corruptos, para que así mejore la justicia
de nuestro país.
Einar, ¡bien!
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